¿Qué son los siete dones del Espíritu Santo?

Luego de que el Espíritu Santo descendiese sobre los apóstoles, quedó en evidencia para toda la cristiandad que los dones del espíritu santo tenían que formar, inevitablemente, parte de los buenos valores cristianos. La razón de ser de esto es que sólo por medio de ellos podemos recibir la asistencia de la Santísima Trinidad en su tercera persona.

Por otra parte, es un hecho que las bases sobre las cuales se sostiene la moralidad cristiana están sustentadas en los siete dones del Espíritu Santo. Sin embargo, no todas las personas están muy claras al respecto de cuáles son estos dones o qué significado tienen. Para poner fin a esta incertidumbre, a continuación los mencionaremos todos y explicaremos sus significados.

Dones del Espíritu Santo

La importancia y significado de los sietes dones es la siguiente:

Sabiduría

Sabiduría es el don que nos permite comprender la misión divina. Transmite en nuestras ideas un conocimiento completo y nítido de todo lo relacionado con la existencia que nos rodea.

Entendimiento

A diferencia de la sabiduría, el don del entendimiento se enfoca en comprender las verdades divinar. Gracias a éste podemos establecer una adecuada comunicación entre la verdad y nuestro corazón. Establece una profunda intimidad entre él y los secretos del mundo.

Consejo

El consejo es el don que nos ayuda y orienta en las decisiones propias o ajenas. Es la luz del Espíritu Santo trascendiendo entre la oscuridad del mundo.

Ciencia

Es el don de la ciencia de Dios, la cual es diferente a la del ser humano. Así mismo, nos permite entender el pensamiento divino acerca de nuestra existencia.

Piedad

El don de la piedad es la razón por la cual podemos ser piadosos con el prójimo. Es un reflejo de la piedad divina que mostró Jesús en sus pasos.

Fortaleza

Gracias al don de la fortaleza podemos sobrellevar las más duras dificultades. Con ella la fe se convierte en un bastón y la perseverancia en un motor para enfrentar los problemas del mundo.

Temor de Dios

Por último y no menos importante encontramos el don del temor de Dios. Éste consiste en otorgarnos una actitud sumisa y respetuosa ante la voluntad de Dios. Es gracias a este sentimiento que podemos alejarnos de aquello que le desagrada y que está en contra de las enseñanzas bíblicas.