Asumiendo a los 10 mandamientos de la biblia como consejos de vida, es posible extraer uno en particular que permite responder de manera precisa cuáles son los actos impuros. Se trata del mandamiento número seis «no cometerás actos impuros«, un precepto que delimita bastante bien las actitudes erróneas que van en contra de una sexualidad bien llevada y del respeto por el cuerpo ya que este es el templo vivo de Dios.
En pro de un equilibrio sano, los actos impuros van en contra de la pureza, la cual da cuenta del pertinente significado de lo que es el placer, es por ello que la moralidad tiene un papel protagónico cuando el propósito es aclarar debidamente cuáles son esta clase de actos.
En busca de la dignidad del ser humano
Evidentemente, en la época actual el mandamiento número seis pareciera estar completamente caducado ya que la sexualidad suele ser asumida desde la libertad y de la idea de que el cuerpo al pertenecerle a cada quien trae consigo un camino libre para hacer con este lo que a cada individuo le plazca.
Dejando claro que dentro de los actos impuros se contempla la lujuria, la fornicación, el adulterio, la violación, la prostitución, el acceso a la pornografía, la masturbación, el incesto y el concubinato, es decir las parejas que conviven sin casarse, Dios hace un llamado para llevar un comportamiento ordenado y para alcanzar el dominio de la fidelidad; esto además de procurar que las conversaciones que se tengan sobre sexualidad se den siempre dentro de un ambiente de seriedad y respeto.
Dios y la sexualidad
Orientado siempre desde el amor, el sexo para Dios no es un tabú, en lugar de ello, se refiere a esta dimensión del ser humano como algo natural puesto al servicio de la alianza que asume una pareja de esposos.
Asumido desde la afectividad y lo sentimental, por supuesto, también se involucra el sentido de la procreación ya que este paso equivale al orden de las cosas. Decisiones como la castidad o el conservar la virginidad solo pueden provenir de un corazón verdaderamente consagro, de manera que no son opciones viables para todos; más allá de reprimir las pasiones, se trata más que nada de un plan de vida que tenga como base el amor, pues este es el punto de partida para no ceder ante lo que ya hemos señalado como impuro, aspectos que logran llevarnos a la dimensión del pecado.