Entre los diferentes glóbulos blancos que asumen la labor de facilitar las condiciones para el sistema inmunitario, los linfocitos corresponden a células determinantes para identificar y combatir la agresión de microorganismos externos. Producidos por la médula ósea, en ocasiones pueden darse ciertos desequilibrios que llevan a la necesidad de considerar una dieta recomendada para linfocitos altos, la cual se convierte en alternativa para a través de la alimentación regular los valores y garantizar bienestar.
Considerando que para hablar de altos linfocitos se requiere de un recuento superior a las 3.000 células por microlitro de sangre en el caso de los adultos, o sobre las 7.000 o 9.000 células por microlitro de sangre en el caso de los niños, es fundamental vigilar sus niveles pues generalmente buscan avisarnos respecto a alguna enfermedad subyacente.
Linfocitos altos o linfocitosis
Cuando los valores normales de linfocitos son superados, es cuando se habla linfocitosis, una condición que suele presentarse cuando la persona manifiesta infecciones bacterianas o virales, trastornos autoinmunes, alergias farmacológicas y problemas en el sistema linfático.
Es de señalar que existe la linfocitosis policlonal y la linfocitosis monoclonal, esta última tiene mucho que ver con los defectos linfoides tal y como es el caso de la leucemia.
Dieta para linfocitos altos
Cuando el objetivo es bajar los linfocitos, desde la nutrición realmente es mucho lo que podemos hacer y para ello lo primero será controlar con gran responsabilidad la ingesta de productos de bollería tales como panes, galletas, tortas y demás pues al ser tan procesados y disponer de altos contenidos de azúcares resultan altamente nocivos.
El caso de las harinas blancas es igual de preocupante gracias al alto contenido de hidratos de carbono, estas hacen presencia en aquellos alimentos reconocidos como refinados. Finalmente, los lácteos y sus derivados resultan ser otro aspecto vulnerable que merece de importantes limitaciones para que el organismo finalmente consiga retornar al equilibrio.
Al disminuir los productos citados anteriormente, lo ideal es aprovechar para construir menús donde las proteínas como el pescado puedan ser las protagonistas. Adicionalmente, los vegetales, las frutas y una apropiada hidratación serán excelentes medios para que los valores puedan volver a la normalidad. Por supuesto, el profesional de la salud deberá estar al pendiente para compartir las indicaciones adecuadas y así garantizar un tratamiento exitoso, pues recordemos que cada paciente es diferente y debe actuarse de manera consecuente a su historia clínica, solo esto es lo que permite superar prontamente este tipo de cambios.